"Esta máquina Arcade, diseñada y fabricada en el FabLab Sant Cugat, será única, no habrá otra igual"
Hablamos con Jordi Latorre, quien ha diseñado y fabricado su propia máquina Arcade con las máquinas y herramientas del FabLab Sant Cugat.
Jordi entra por el FabLab como si fuera su casa: entra a las 15h con el casco de la moto en una mano, la mochila y da un saludo general mientras se dirige a dejar sus cosas en uno de los bancos de la Innovation Room para incorporarse en cualquier conversación. Es socio “gold” del FabLab, pero casi podría ser uno más del equipo. Después de acabar de trabajar como programador, dos tardes a la semana viene al FabLab y se encierra en el taller durante toda la tarde donde empieza a trabajar en su proyecto: la máquina “Arcade”. “Será única, no habrá otra máquina Arcade como esta”, dice mientras corta algunas piezas de la máquina, en la que ya lleva casi un año trabajando.
Pero ¿por qué una máquina Arcade? Es un proyecto que rondaba la cabeza de Jordi desde hace mucho tiempo. “Soy de una generación que no teníamos muchas consolas en casa, teníamos que ir fuera con los amigos y encontrábamos la máquina Arcade”, recuerda con nostalgia. Ahora él en la máquina Arcade ha introducido un pequeño ordenador configurado con Linux y ha añadido los juegos de antaño que más le gustaban. Es un proyecto Do It Yourself (DIY) hecho a su gusto y por el mismo, que ha pasado de una idea a tangibilizarse en algo concreto.
Jordi conoció el FabLab porque buscaba talleres en verano de informática y robótica en el que pudiera participar su hijo pequeño. Y así fue: lo apuntó a los talleres de verano de FabKids y de FabTeens, y a él se le despertaron las ganas de participar en todos los talleres: diseño 3D, certificación de impresoras 3D, certificación de corte láser, Arduino, Monta tu kit de impresora 3D en el que participó con su hijo pequeño…Absolutamente, todos, aunque como él dice “a veces, eran cosas que no estaban relacionadas con lo que a mí me interesaba, pero siempre me ha gustado aprender y hacer cosas nuevas”.
¿Qué inquietud te trajo al FabLab?
A mí durante toda mi vida me ha gustado hacer cosas. He hecho armarios, he reparado todo lo que he podido en casa... ¡incluso el jardín! Entonces, vi que venir al FabLab me abría un mundo que no había tocado nunca: el de las máquinas de control numérico, que me permitían hacer todas aquellas coses que con las herramientas tradicionales yo no podía hacer en casa.
Cuando lo vi, se me abrieron los ojos y aquel proyecto, que tenía planteado desde hace tiempo, se me abrió un poco el camino y pensé: “Yo me lo puedo hacer, y no se lo tengo que dar a nadie para que me lo prepare, si no que yo mismo puedo aprender a hacerlo”.
¿El proyecto que tenías en mente era la máquina Arcade?
Sí, desde hace mucho tiempo yo había pensado en hacerme una máquina Arcade. Pero como no tenía acceso las máquinas como estas, pensaba en hacer unos planos, llevarla a un carpintero y que le diera la forma que yo necesitaba. Cuando apareció el FabLab pensé: “Me la hago yo”. Y así fue: me hice los planos, aprendí cómo se corta y, además, tengo un espacio donde poder montármela y no tener que moverme de una habitación a otra.
¿Cómo ha sido el proceso de diseño y fabricación de la máquina Arcade?
Durante el confinamiento, hice la planificación de lo que son los planos, los traje aquí y, con la ayuda de Álvaro, he ido haciendo las piezas una a una: las he montado, he visto que algunas no han salido suficientemente bien y he tenido que rehacer el diseño y hacer pruebas.
¿Qué te ha aportado hacer la máquina Arcade en el FabLab?
En el Fablab he realizado los talleres para poder aprender a trabajar con las máquinas, porque uno las ve en la televisión, pero si no las tocas, no llegas a conocer para qué sirven o qué es lo que puedes hacer con ellas. Hay una, la CNC, con la que sobre todo he trabajado en el FabLab, que en la empresa donde trabajo también tenemos una y yo siempre me la miraba desde lejos. Ahora ya me puedo acercar y la conozco. Ha sido una de esa serie de cosas que he podido aprovechar para el mundo profesional y he podido enseñar a algunos compañeros porque ahora sé un poco más que ellos.
También he trabajado con la cortadora láser y he utilizado las herramientas que hay a disposición de los socios: una fresa, un taladro…Y, algunas piezas de la máquina Arcade están impresas en 3D, pero me las imprimí yo en casa porque tengo dos impresoras 3D.
¿Qué esperas hacer con esta máquina Arcade en casa?
No sé si al final acabaré jugando porque ya he jugado bastante montándola. Supongo que sí, que intentaré buscar cómplices en casa para hacer unas partidas de aquellos juegos que a mi me gustaban: de lucha, o el famoso Out Run de coches.
¿Te consideras un maker?
Yo toda la vida he tenido la inquietud de querer hacerme las cosas yo. Sé que muchas veces, puedes ir a comprarlas en una tienda, pero yo me divierto mucho más haciendo manualidades y haciendo cosas. Es más caro, pero la sensación de habértelo hecho tú mismo nos gusta a todos. No sé si soy un maker porque no le he dedicado suficiente tiempo, pero sí que me gustaría serlo.
¿Por qué recomendarías a alguien venir al Fab Lab?
En el FabLab, aparte de aprender, hay facetas muy interesantes. Es una lucha contra los elementos para poder fabricarte tú tus propias cosas. En algunos momentos, sales desilusionado; en otros, más contento. Pero hay una familia: siempre encontrarás a alguien que te ayude con aquel proyecto que tú tienes y que en un momento dado te puede dar un consejo. Es un tipo de ayuda altruista en la que nadie espera nada a cambio. Vienes aquí y aprendes, vas haciendo tú los proyectos y tus historias, y si hay alguien que necesita ayuda, pues también le ayudas.
¿Tienes algún proyecto pensado para el futuro?
Hay un par o tres de proyectos. Por una parte, me gustaría, siempre también en la línea de las máquinas Arcades, tengo la idea de conseguir una silla deportiva de coche y hacerme entonces un prototipo para poder jugar con los juegos de simulación.
Y después, algún mueble para poder guardar en seco material como el filamento de las impresoras 3D. Irán saliendo cosas nuevas. En casa, constantemente, voy imprimiendo cosas con la impresora 3D para reparar cosas que se pueden llegar a romper y de las que no hay recambio en ninguna parte, como por ejemplo las grapas que soportan el zócalo de los muebles de la cocina.