FabLab Sant Cugat contra la covid: fabricación digital solidaria un año después

Durante el Estado de Alarma, el FabLab Sant Cugat se convirtió en un nodo local de producción y reparto de material sanitario para evitar la propagación de la COVID-19.

¿Cuántas viseras o elementos de protección se pueden producir y entregar de forma distribuida en España en un mes de forma coordinada? Puede parecer complicado, pero durante el primer Estado de Alarma con la crisis del coronavirus se entregaron en España más de 420 000 viseras hechas por los makers. El FabLab Sant Cugat, gracias al apoyo de 30 voluntarios, entregó más de 4 300 viseras, 620 salva orejas, 65 gafas y 53 gafas nasales, unos números que parecían impensables a principios de año.

 
Viseras entregadas por FabLab Sant Cugat en una farmacia.

Viseras entregadas por FabLab Sant Cugat en una farmacia.

 

Cancelación del Mobile World Congress 2020 y caos en Italia: las primeras alarmas

“El GSMA ha decidido cancelar el Mobile World Congress - MWC - por la preocupación global que ha generado el brote de coronavirus, viajar y otras circunstancias que hacen imposible que se pueda continuar el evento”. Ese fue el escueto comunicado que emitió el 13 de febrero del 2020, John Hoffman, responsable del MWC20. Fue el primer pulso que ganó el coronavirus, aunque en aquel momento, las autoridades sanitarias insistían en que no había ningún riesgo.  Un mes después, la noche del 12 de marzo, cuando España ya había pasado de riesgo “bajo” a “moderado” y se estaban llevando a cabo las primeras restricciones como medidas de contención, Esther Borao, directora general de Itainnova, pusó en marcha un grupo de Telegram e hizo un llamamiento a makers, investigadores de robótica y educadores para idear cómo ayudar ante la COVID-19 y a fabricar un respirador en código abierto. Faltaban dos días para que se declarara el Estado de Alarma en España. 

En Italia, el viernes 13 de marzo, el coronavirus ya azotaba con dureza. En un hospital de Chiara, en Brescia, se vivía un momento crítico: no había más válvulas disponibles para los respiradores y al fabricante le faltaba tiempo para fabricarlas. El equipo médico planteó la solución de reproducirlas con una impresora 3D y se pusieron en contacto con el diario Giornale di Brescia, que tenía relación con Massimo Temporelli, maker italiano y fundador del FabLab Milán. Temporelli hizo una llamada a todos los makers italianos y del mundo para diseñar y fabricar un respirador barato. Dos makers respondieron: los ingenieros de Brescia, Cristian Fracassi y Alessandro Ramaioli, quienes llevaron una impresora 3D para que el hospital de Brescia pudiera fabricar las válvulas impresas en 3D y ser funcionales. 

En el FabLab Sant Cugat, se llevan a cabo talleres de fabricación digital, realizan extraescolares, fabrican prototipos y muebles, ofrecen talleres de innovación y de teambuilding a las empresas…, pero toda su actividad habitual se vió detenida con el Estado de Alarma declarado el 14 de marzo. Álvaro Jansà, FabManager y coordinador de CoronavirusMaker Catalunya ya formaba parte del grupo de Telegram que no paraba de crecer. “Yo estaba en el grupo de Telegram y una noche, el administrador puso un mensaje diciendo que había gente que estaba haciendo un respirador, un dispositivo médico y que quería utilizar la comunidad maker para producirlo de manera descentralizada”, explica Álvaro. Era el respirador de código abierto de la Reesistencia Team

El grupo de Telegram, conocido como Coronavirus Makers, empezó a crecer. Según César García Sáez de La Hora Maker, la primera noche había 20 personas; la segunda, 100; la tercera, 1 000 y el 23 de marzo, cuando la ciudadanía ya estaba confinada en sus domicilios, había 13 800 personas. Y ya no solo existía un gran grupo que tenía el reto de montar el respirador, sino que aparecieron grupos más pequeños con nuevos objetivos, todos ellos relacionados con la necesidad de material sanitario. “La intención de Coronavirus Makers es trabajar para construir conocimientos en abierto con licencias libres de tal forma que cualquiera pueda tener acceso a ello y que pueda unirse y aportar en lo que pueda”, señala César.
 

La “nueva normalidad” en el FabLab: producción de material sanitario sin parar

Ante el reto inminente de convertir el espacio en un nodo local de producción y distribución de material sanitario, el FabLab tuvo que reorganizar el espacio. El aula se convirtió en la sala de desinfección y para ello, Jordi, un astrofísico, limpiaba el suelo mientras su mujer, Mercè, enfermera en el CAP de Barberà, hacía el primer pedido de viseras para su centro sanitario, que estaba llegando al colapso. De forma orgánica, el FabLab se organizó con el Ajuntament de Sant Cugat. 

 
Primeras viseras fabricadas en el FabLab Sant Cugat.

Primeras viseras fabricadas en el FabLab Sant Cugat.

 

El 26 de marzo se creó el grupo de Telegram de coordinación de Covid 19 de Sant Cugat en respuesta al llamamiento que se hizo en redes sociales para animar a la ciudadanía a participar en la producción, desinfección y distribución del material sanitario. A la llamada respondieron ciudadanos con perfiles distintos: una bióloga, un político de Sant Cugat, una periodista, informáticos…Entre ellos, se encontraba Víctor, de 17 años, quien hacía poco se había introducido de forma autodidáctica en el mundo de la impresión 3D: “Cogí el dinero que tenía ahorrado y que había ganado produciendo cosas que hacía en 3D para mis amigos y familia para comprar material para poder hacer lo que se decía por los grupos de Telegram”

El Ajuntament de Sant Cugat y los centros educativos se coordinaron para traer al FabLab sus impresoras 3D para agilizar la producción de material sanitario mientras que los 30 voluntarios del FabLab se organizaron en tres turnos que comprendían un rango horario de 12 horas. El primero, empezaba a las 8.30h de la mañana y se dividía en dos grupos: por un lado, los expertos en fabricación digital se dirigían a la FabRoom, la sala de producción, y ponían a punto las impresoras 3D y vigilaban que todo funcionase correctamente; por otro, voluntarios que no sabían lo que era un FabLab hasta hacía dos días o que incluso, nunca habían visto una impresora 3D, se dirigen a la clean room y desinfectaban las viseras que ya se habían producido, las montaban y se organizaban para repartirlas. Había momentos que llegaban viseras por parte de particulares; todas ellas se desinfectaban en la clean room. “Era una situación tan dramática en la que todo el mundo conocía a alguien que era médico, tenía un amigo enfermero, sabía de alguien que estaba de cara al público...Surgió esa necesidad de ayudar con los medios que se tienen, con las impresoras 3D a imprimir lo que parezca más útil como las viseras, que es lo que más se popularizó”, comenta César G. Sáez.

 
Voluntarios desinfectando y montando viseras en la clean room del FabLab Sant Cugat.

Voluntarios desinfectando y montando viseras en la clean room del FabLab Sant Cugat.

 

Durante los meses de incertidumbre, se alinearon los esfuerzos mundiales en la lucha contra la COVID-19. En España, provocó que se pudiera innovar desde la cuádruple hélice, ya que involucró a centros de investigación como universidades y centros tecnológicos; a empresas; a la administración pública como las Comunidades Autónomas; y a la ciudadanía. Jorge Barroso, director de Innovación en COTEC, dijo que “la innovación de 10 años se había hecho en 10 días”. César añade: “A mi me hace reflexionar cómo con la crisis de la covid se abrieron puertas, como las patentes, que se rompieron porque había una urgencia y con eso es con lo que nos tenemos que quedar: cuando hay una urgencia y una necesidad real se pueden hacer las cosas de forma ágil, rápida y tratando de buscar el objetivo común”.  En Coronavirus Makers participaban centros de investigación, personas individuales, universidades, médicos...colaboraciones que, normalmente, no se dan. “Surgió una relación de arriba a abajo, horizontal, y voluntaria que se iba improvisando según las cuestiones que iban apareciendo”, menciona César, quien incluso participó en una reunión a principios de abril con el Rey, interesado en conocer los resultados de la innovación española volcada en la fabricación de material sanitario para combatir la COVID-19.

La esencia del movimiento era crear material sanitario open source, es decir, de licencias libres y accesibles, así como también compartir el conocimiento. Hasta ese momento, por ejemplo, no existían viseras de código abierto. Álvaro Jansà recuerda que, al principio, se fueron haciendo viseras hasta que apareció una, diseñada por un chico de Tenerife, que cumplía con los requisitos para ser homologada en los hospitales.“En los grupos de Telegram de las viseras decidimos poner un mensaje anclado con las especificaciones del modelo que se tenía que imprimir para que la gente lo pudiera saber rápidamente cuando entrara en el grupo”, recuerda Álvaro. 

 
Viseras fabricadas en el FabLab Sant Cugat.

Viseras fabricadas en el FabLab Sant Cugat.

 

En el FabLab Sant Cugat no solo se imprimía el modelo homologado por los hospitales, sino que había 6 modelos diferentes. Mat, coordinador del grupo de Telegram del FabLab Sant Cugat, aclara el porqué: “Una visera homologada puede tardar en imprimirse una hora y media, otras tardan seis minutos”. Las viseras validadas por los centros hospitalarios se repartieron en UCIS o entidades médicas de primera línea, mientras que las que no estaban homologadas se repartieron a comercios, residencias o asociaciones. Eran igual de efectivas y se consiguió multiplicar la productividad y mejorar los tiempos de entrega. Cada día entraban nuevos pedidos y por la noche las impresoras 3D no dejaban de imprimir viseras para que al día siguiente los voluntarios pudieran empezar a desinfectar.

En un momento, la producción no avanzó porque el FabLab se quedó sin existencias de filamento, ya que la gente imprimió sin parar material sanitario, lo que provocó que hubiera una demanda muy superior a la oferta de filamento. “Tuvimos que reajustar los turnos cuando no había suficiente material”, explica Mat. El Ajuntament de Sant Cugat financiaba el material para que el FabLab garantizase la suministración de material sanitario y juntos regulaban la demanda que hacían las residencias, CAPs y comercios del municipio. Sin embargo, la voz corrió y se empezaron a distribuir material en otros municipios o hasta en hospitales de Barcelona, por lo que se intentó buscar formas de coordinación para no tener un exceso de pedidos.  

 
Algunas de las impresoras 3D cedidas por los centros educativos de Sant Cugat al FabLab

Algunas de las impresoras 3D cedidas por los centros educativos de Sant Cugat al FabLab.

 

Los voluntarios entraban en el FabLab en una calle desértica en la que solo estaban abiertos los servicios esenciales y el FabLab. En la misma sala FabRoom donde estaban todas las impresoras, se trabajaba en hacer prototipos del ventilador OxyGEN desarrollado por Protofy.xyz con el apoyo del Hospital Clínic, el Hospital Trias i Pujol y la Universidad de Barcelona, y que SEAT empezó a fabricar a gran escala. El Oxygen es un dispositivo que automatiza el proceso de ventilación manual de pacientes en situación de emergencia. En el FabLab se corta el metacrilato que lo forma con la cortadora láser. Se convertió en el único ventilador en España entre todos en los que estaban trabajando que recibió la aprobación de la AEMPS (Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios) para iniciar su uso en pacientes de todos los hospitales que adhieran al estudio clínico. Se repartió en los hospitales, pero en España solo se utilizó en algunos casos puntuales. Por suerte, la curva estaba bajando. Sin embargo, se fabricó en otros países, sobre todo, de Sudamérica, donde hizo mucha falta en los hospitales. Gracias a que es un respirador de código abierto se pudo fabricar en cualquier país del mundo y aprovechar la capacidad de la fabricación local. En Bolivia, por ejemplo, se llegaron a repartir hasta 60 unidades en los hospitales.

 
Prototipo del ventilador OxyGen en el FabLab durante el Estado de Alarma.

Prototipo del ventilador OxyGen en el FabLab durante el Estado de Alarma.

 

Romper esquemas para mejorar el futuro

“No ha habido un ejemplo previo de fabricación distribuida utilizando la fabricación digital a gran escala tan grande como este; es un ejemplo de ciudad productiva”, señala César G. Sáez. El 2 de mayo, España inició la desescalada y poco a poco, fueron bajando los pedidos de producción en el FabLab Sant Cugat y los voluntarios se fueron reincorporando a su trabajo, por lo que tenían mucha menos disponibilidad para colaborar. Aunque bajó la producción, hasta finales de junio, el FabLab siguió trabajando en la producción y distribución de viseras, aunque a un ritmo más bajo, mientras recuperaba, paulatinamente, su actividad habitual en medio de lo que los medios llamaban “la nueva normalidad”. 

César G. Sáez resalta el sentimiento de solidaridad positiva que se lleva de la experiencia. “Nos ha ayudado a romper esquemas mentales de lo que se puede y lo que no, lo que es posible… Se ha podido alinear a todas esas personas con un objetivo común y tender ese puente entre la persona que imprime y la persona que lo necesita”, comenta César. Mat, coordinador del nodo local en Sant Cugat, se siente orgulloso: “Había viseras que salían del FabLab y nos volvían sonrisas a través de fotografías”.

Si se hubiera dicho que se iban a producir y a distribuir en España 10 000 viseras de forma distribuida, se hubiera pensado que es imposible. Sin embargo, no fueron 10 000, sino, casi un millón. Aquello que parecía imposible a principios de 2020, se convirtió en nuestro día a día.